Adiós Julie

June 18,1995

By John Mallon



No conocía a Julie, aunque senti que si. Estaba al punto de preguntarle si la conocí de mis días universitarios.


Era joven y bonita,sí, y como soy soltero me doy cuenta de esas cosas. Pero eso no viene al caso, había más. Fue como si Dios había enfocado una luz sobre ella. Solamente la veía en la Misa de mi parroquia, Epiphany of the Lord, en Oklahoma City. Parecía tener una amistad especial con Jesús. Se quedaba después de la Misa para orar auténticamente. Claramente era amiga de Jesús. Me gusta conocer amigos de Jesús. Quiero ser amigo de ellos. Estaba seguro que algún día tendría la oportunidad, en algún momento apropiado, de empezar una conversación. Sin embargo, todavía no conocía su nombre.


La semana pasada me di cuenta que no estaba en la Misa entonces Padre Stieferman anunció lo que muchos predicadores habían anunciado ese domingo, que habíamos perdido una parroquiana. Dijo que su nombre era Julie Welch, 23 años de edad. Trataba de asociar una cara con ese nombre y la cara de esa joven cuyo nombre desconocía.


Después de la Misa le pregunté al Padre Stieferman quien era Julie, y dijo que era una comunicante diaria y bien devota.Pregunté:¿”La que se sentaba alli, “senalé,” Y oraba después de la Misa...?”


“Sí.”


“Dios mío”


Julie trabajaba en el edificio federal.


Entonces reconocí algunos jovenes del grupo de oración adulto juvenil, que se reune en Tinker Air Force Base los viernes por la noche- ese gran grupo que prometo visitar y para redactar un reportaje al respecto. Julie pertenecía al grupo y sus amigos vinieron a la Misa de su parroquia para honrarla.


Su cuerpo fue recuperado, me dijeron, y el pensamiento de su delicado, pequeño cuerpo cubierto,doblado, y roto bajo el cemento y escombros me horrorizaba. No fue creada para eso. La imagen no podía estar más fuera de lugar.


Pero tampoco pude dejar de pensar que ella iba derechita al Cielo y esa imagen si cuadraba, aunque muy pronto a mi modo de pensar. Pero después de todas sus visitas con Jesús, las que discretamente observé después de la Misa, supe que cuando ella vió a Jesús rostro a rostro no necesitarían una introducción. Pero Julie, todavía espero tener la oportunidad de conocerla.


Hasta entonces,


El amigo que nunca conociste,


John





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